Sunday, January 8, 2012

Mi experiencia sobre la ansiedad



Ansiedad. Puta ansiedad. Enemigo público de la sociedad  actual. Ataca ferozmente a quien se muestra desprevenido... al fuerte, al débil, al hombre, al niño y a la mujer.

Avanza sigilosamente, de puntillas, se mete en tus entrañas pasando desapercibida. No respeta tu intimidad, no llama a la puerta, se instala de okupa en brazos de tu ingenuidad…
Y un día adviertes que no estás sola. Algo controla tus latidos, tu respiración, tus movimientos. Y es ella, la ansiedad.  Un estrés contenido a lo largo del tiempo, inadvertido, un exceso de actividad, un pensar constantemente en el ayer y en el mañana, un no parar de la preocupación.

¿Y por qué? ¿Por qué me tocó a mí? ¿Qué era aquella cosa que yo solamente asociaba con una vida problemática y llena de grandes conflictos?

Pues no había otra respuesta más que la vida. Vivir a tope, ocuparme y preocuparme por mi trabajo, por mis hijos, por mi casa.

 La mujer que trabaja fuera y dentro de su casa tiene que tener más cuidado con su salud. Siempre atareada, física y mentalmente, siempre con la cabeza en las cosas que faltan por hacer, una rutina continua que te desgasta sin darte cuenta. Fuerzas la máquina y es ella la que te avisa de que hagas un alto en el ritmo de vida, que bajes la aceleración o te verás  precipitando en una cuesta y sin frenos.
Si a todo esto le añades una personalidad perfeccionista, un gran sentido de la responsabilidad, una fama laboral satisfactoria, y un querer mejorar cada día, te encuentras con que tu nivel de exigencia hacia ti mismo se convierte en tu mayor enemigo aunque sea el que te mantiene ahí arriba.

Empecé a notar sus efectos tras un accidente de tráfico tras el que me quedé con una sensación de vértigo y mareo continuo. Empecé a preocuparme ya que los mareos  me venían en cualquier sitio y lo pasaba muy mal.
Al principio disimilaba, no quería que nadie notara que me encontraba mal pero era evidente mi rigidez de cuello y mis movimientos robóticos. Cuánta más gente había, más mareada me sentía, y empecé a coger miedo a ir a los sitios donde las aglomeraciones eran notables. Pero el temor y la evitación de las situaciones no hacían más que agravar mi problema y de pronto me di cuenta de que había algo en mi  interior que controlaba mi voluntad, ya no hacía las cosas que quería sino las que creía que iba a poder realizar.
Me sentía mal en las colas, donde estaba parada mucho tiempo sin moverme, sentada en una consulta , en la peluquería, en una reunión, o en cualquier sitio de donde yo pensara que era difícil escapar o salir disimuladamente. 
Mi mal se calmaba y desaparecía totalmente cuando salía de esas situaciones  pero como pescadilla que se muerde la cola cuantas más cosas evitaba más se alimentaba mi ansiedad y mis miedos.
¿A que todos tomamos una pastilla cuando nos duele la cabeza? Pues yo solucionaba mis problemas evitándolos, sin darme cuenta de que estaba entrando en un pozo sin fondo.

Antes de que aceptara que tenía ansiedad (para mí era imposible esa hipótesis porque no tenía grandes problemas y mi vida era fácil y feliz), hice un recorrido por todos los médicos especialistas que pudieran decirme por qué sentía esos mareos tan caprichosos. Y fue después de todo esto cuando decidí aceptar el hecho de que sufría de ansiedad y me hice una pequeña experta en el tema. Creo que podría haber realizado una tesis doctoral sobre esta enfermedad por la cantidad de libros leídos y la información recabada de todas las fuentes posibles.

Acudí a un psicólogo durante un mes y medio, porque me parecía que mi calidad de vida estaba por encima de los 50€ semanales que me llevaba, pero pronto me di cuenta de que una vez que asumes el problema, que sabes en qué consiste y conoces las técnicas necesarias sobre respiración y relajación puedes trabajar en solitario siendo consciente y sobre todo constante. Quizás si desde el principio hubiera visitado un psicólogo clínico que me hubiera hablado de la terapia cognitivo-conductual, en vez de un Psicólogo general, mi sufrimiento hubiera sido menor, pero ¿quién sabe dónde tiene que dirigirse cuando no sabe ni siquiera qué es lo que tiene?

Ahora ya lo sé, sufrí una ansiedad con pequeños ataques de pánico que podría haberse convertido en una agorafobia (en el sentido psicológico de la palabra).

Por eso, a partir de ahora, quiero dedicar esta página a los problemas de ansiedad. Compartir con mis amigos del día a día y con toda mi familia virtual todo lo que pueda aportar sobre el tema…Porque no se sabe lo que es la ansiedad y lo que te hace sufrir hasta que uno la pasa.
















                                                                                                                 Rosa.
Si quieres ver todos los artículos relacionados con este tema ve a la página de La ansiedad

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