Vive y convive, ama y trata, saca adelante y practica empatía con un niño con TDAH medicado o no y entonces dime que el TDAH no existe y que no necesita de medicación.
Mira a los ojos de un niño que sufre lo que llaman TDAH y dile que no existe y dile que no necesita nada y que eso que toma y que le hace rendir más y mejor es una droga.
Dile tú, que dices que el TDAH no existe, dile tú mismo a ese niño que sufre, que no le vas a ayudar porque no le pasa nada.
Mira a sus ojos que lloran porque no sabe lo que pasa, mira a sus ojos que pierden el brillo por la tristeza y la angustia de ver que todos lo rechazan, mira a sus ojos y encontrarás la respuesta del que sabe que algo hace mal pero es algo que ni comprende del todo ni puede controlar.
Trátalo ante sus frustraciones, ante sus incontroladas rabietas, habla con él ante sus ataques de ira, ante su irreflexión, ante su frustración.
Párate, míralo y abrázalo, consuélalo y pregúntale que necesita. ¿Sabrás contestarle?
¿De veras crees que podrás contestar sus preguntas?: ¿por qué nada me sale bien, por qué todos están enfadados conmigo?,¿por qué yo mismo estoy enfadado conmigo?, ¿por qué me siento así?, ¿qué he hecho mal?, ¿por qué aunque me esfuerce hasta el cansancio nada consigo, ¿porque no puedo ser feliz?
Cuando hayas hecho todo esto, todo lo que una madre o un padre hace desde que se levanta hasta que se acuesta con su hijo. Dime entonces que los drogamos para convertirlos en zombis porque solo buscamos alienarlos y solo buscamos comodidad.
Mira a esos niños, pero también mira a sus padres y el trabajo de cada día y entonces, mírame a la cara y dime que solo soy una gandula que no quiero afrontar ni trabajo ni responsabilidades, que no soy una buena madre y que solo quiero un robot o un niño drogado; dime todo eso mirándome a la cara, a los ojos, mi sola mirada te responderá...
GLORIA MÉNDEZ
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